Mi más que apacible Semana Santa se vio sacudida de pronto por un hecho inesperado. Un temblor que no fue provocado por los fenómenos naturales propios de la época de estudiante, sino que tenían su raíz en otra de esas caras de mi vida que supone internet. Hablo de la mal llamada piratería y la caída del que hasta entonces ha sido uno de los valuartes de sus defensores: la ausencia de condenas a páginas web que alojaran enlaces a archivos de interés cultural (música, libros, películas...). El caso saltó a los medios con una velocidad vertiginosa, mucho más que los que tuvieron un resultado favorable para los webmasters- ya sabemos lo selectivos que son los medios de información- y, como cabía de esperar, no hacían más que sacar conclusiones sin prácticamente atender a las causas que habían motivado el cambio de postura en los jueces.
Con este panorama que evité opinar al respecto durante los días que estuve alejado de internet. Y hoy, días después, veo que hice bien en fiarme de la experiencia en lugar de lo que dictamina la televisión. Han salido varias cosas interesantes y que a los medios de "información" se les ha "pasado por alto": declaraciones del dueño de la web (http://kuv3.com/), una entrevisa de David Bravo [leer entradas anteriores de la categoría judicial para más información] con el administrador de la web (http://www.filmica.com/david_bravo/archivos/009353.html#comments) y varios comentarios de profesionales jurídicos al respecto (http://www.derechonntt.com/?p=192 por citar alguna página) que resultan en su conjunto muy reveladores.
Dejaré que vosotros lo leáis y saquéis vuestras propias conclusiones. Por mi parte me quedo con este párrafo escrito por el autor de la web.
La decisión de aceptar el acuerdo se tomó por recomendación de mi abogado, en primer lugar para ajustar a unas cifras “asequibles” la compensación económica por daños y perjuicios, y en segundo lugar para evitar las costas económicas y la posible repercusión personal que podría tener un pleito que se alargara en el tiempo.
Supongo que, a pesar de lo que diga la ley, la Justicia no es igual para todos. El mercado manda.
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