jueves, 17 de abril de 2008

Qué difícil es desechar lo que se escribe

Tengo ya bastante experiencia guardando historias que no me gusta cómo salieron por diversos motivos y, la verdad, en mi opinión es algo frustrante a veces. Me ha pasó con la historia larga en dos ocasiones y me ha vuelto a suceder ahora con la historia para el concurso de la universidad. Un verdadero jaleo que creo merece la pena ser reflexionado para tenerlo en cuenta de cara a futuras ocasiones (porque volverá a ocurrir, eso es prácticamente inevitable).

Por partes.

En cuanto a lo de "la historia larga", ya he comentado parte por aquí. Falta señalar que en la versión definitiva, antes de la corrección, llegué a un determinado capítulo en el que las cosas cambiarían radicalmente según escogiera una de las dos opciones que tenía en la cabeza. Empecé con una, escribí un poco más de seis páginas y lo dejé ahí. No podía seguir. Según iba escribiendo, la otra opción me llamaba con más fuerza. Posiblemente porque no se basaba tanto en la opción anterior y suponía algo novedoso, ya que creo que lo que verdaderamente me atraía era la idea dar un verdadero vuelco a todo cuanto había planteado hasta entonces. Fue una verdadera pena tener que desechar esas seis páginas (cinco horas de trabajo, calculo yo), pero creo que el conjunto acabó saliendo bastante bien y estoy satisfecho de mi decisión.

Y con esta historia para la universidad me ha vuelto a pasar. Tengo escritos el final y el principio para evitar quedarme sin páginas de cara al desenlace, pero la parte del medio no me terminó de convencer en absoluto. Me vino a la cabeza una idea nueva, pero ello suponía cargarme todo lo que llevaba hasta entonces, salvo el final, que habría que arreglarlo. Todo un jaleo por el que no me apetecía pasar.

¿Resultado? El esperable. Seguir escribiendo hasta volverme a dar cuenta de que no había otro remedio que echar todo por la borda y seguir navegando. Sé que debo hacerle caso a mi conciencia de escritor, pero la idea de desechar el trabajo no resulta muy atractiva, como entenderéis.

Grave error por mi parte el pensar así, porque aunque esta "afición", aunque divertida, es muy sacrificada y sólo puede salir bien cuando se hacen las cosas con un mínimo de interés. Y yo no lo tenía en esa dichosa historia y creo que es justo que la vaya a borrar según acabe con el blog.

Confío en tomar la decisión correcta. Pero, ¿quién sabe lo que podría dar de sí la otra idea? Nadie. Y por el momento es mejor así.

No hay comentarios: